lunes, 17 de septiembre de 2007

Del Arte


Este fue uno de mis poemas que participó en Europa:


DEL ARTE

Musgo que corroe la ingravidez del mañana

vuelve a quien te llora con lágrimas amargas.

Plasma tu ternura en la impavidez que me engaña

y se muestra vulgar al atravesar mi calma.

Crío que tiembla y del pezón se amamanta

cierra tu boca para tragar esperanza,

vuela en tu encierro clamando venganza

a tu hambre desnuda, que a la razón atraganta.

Vértigo sueve es tu arrullo primario,

envejeciendo al duende, que temerario, amenaza,

y sin ser de su lucha un pálido esclavo,

grita ¡Poder!, y con sus manos te alcanza.

Vuelve a cantar, para que nunca se apague,

en tu triste guarida, el corazón que arde,

y planta tus sienes en pavorosa estampida,

las palabras de aliento que nacen del arte.

Escucha el sonido que has provocado,

y corre hasta el alba hasta haberlo alcanzado,

que por sorber de tu aire yo ya me he llenado

y tiemblo en la angustia de haberte escuchado

lunes, 10 de septiembre de 2007

Un relato por Poesía


A TUS PLAYAS
Sin imaginar lo sorprendido que estaba, volví sobre mis pasos para tenerte y colmé de tu espuma mis labios, para, algún día, volver a nombrarte, porque hasta ese momento, mi boca, no había logrado articular palabra, temía por mi mismo, a mis miedos o quizá a olvidarte. Llegué a acariciarte como tú lo habías hecho en tantas oportunidades, mientras estaba cerca de ti, de tus manos frescas y saladas, rozándome con tus dedos diminutos de sal y lágrimas, mas el remordimiento de no haber podido retener tu alquimia en mi recuerdo, hizo que todo aquello quedara en la arena, tu arena, cuando, tímidamente, yo contaba mis pasos sobre ella y tú, agasajabas mi rastro, que de a ratos, parecía desaparecer de mi vista.
Enloquecí tanto tiempo con tu canto de madrugada, mientras me adormecía en un letargo inimaginable y tu mecías con tu arrullo mi silencio, que muchas veces, la mañana retrasaba su llegada por amor a mi y por engrandecerte en tu himno suspirado, que temí intentar entonarlo para cuando no te oyera y para no hacer una prosa de mi llanto; y me reproché tanto todo aquello.
Mi cuerpo, esculpido por tus aguas, se dejó atrapar por tu solemne encanto, más de ti, no puede llevarme nada, entonces dejándote en tu sitio, y ahogando un temblor desde mis huesos, hice que de mi cuerpo te olvidaras.
Ahora sumido en la distancia, y tras larga travesía, intento volver en cada sueño, a tu guarida de humedad, llovizna y frío, asumiendo que me habías visto partir de tu lado, no sé si para siempre, no sé si desde siempre, mas no quedó, sino, tu sal en mi cuerpo para recordar que existes y mis pasos que aún me parecen empapados.
Sí, has quedado, tú y tu aroma, en mis enigmas, mientras aún me parece que estoy calmo, juego con mis deseos, a rozarte tímidamente, para que de esa manera me sientas a lo lejos y mis manos posean la hermosura de ese tiempo en que tu jugabas a ser mi cama blanda, de ilusiones y esperanzas y yo, simplemente, me abrigaba con tu calma.
Has quebrado, desde esos tiempos, de tal forma mis suplicios, cuando te hallé, mientras mis caminatas a tu lado, por las noches, acercaban mis anhelos, que hoy por hoy, no logro encontrar el sosiego de aquellos días y aún, por las noches, mientras mi desvelo me ahoga, para borrarte de mi calma, desespero, en un intento sufrido y prolongado, por volver a ti y a tus playas.

Enlaces de mis obras en la web

En este enlace, encontrarás una obra de mi autoría para chicos, que titulé
"La Araña de los libros"

En este otro enlace encontrarás otra obra infantil
"La Reina de las Nueces"
En este otro podrás leer
"Imágenes"
Y en este otro
"Poema niño"
Espero que les guste y... escríbanme

domingo, 9 de septiembre de 2007

Yo Samuray


Allá por los 90', mi primer trabajo fue a pedido, y tuvo lugar en la Ciudad de Buenos Aires, para una editorial ya desaparecida y que apuntaba a determinado público, me pidieron que elaborara un trabajo que estuviera dirijido a los jóvenes que estudiaban Artes Marciales, mi imaginación comenzó a trabajar de inmediato y basándome en experiencias personales (Yo en mi juventud incurrí en estas artes) elaboré nueve de los diez cuentos que aquí se incluyen, a saber:"Yo, Bruce", "El anciano ciego", "El gimnacio", "Yo, nacido en China", "Mi único dicípulo", "La contienda", "El profesor de King Fu", "El niño Samuray", "Tras las rejas" y un décimo escrito por una escritora amiga; Ethelvina Humier, que lleva por título "El ingreso".

La tirada de este libro fue de mil ejemplares y luego de su venta no volvió a editarse por problemas legales con la editorial, de todas formas fue una experiencia increible, adjunto la tapa de el libro y uno de los cuentos. ¡Que lo disfruten!

Sergio Chez
YO, BRUCE
Yo era un admirador ferviente de Bruce Lee y no me perdía nin­guna de sus películas. Mis amigos siempre me decían "Bruce, el loco" porque lo imitaba con una gran habilidad. Cuando era niño mi mamá me vestía con un Kimono de karateca y yo imitaba a mi héroe haciendo exhibiciones que dejaban muy conforme a mi familia y muy conten­ta por tener a un niño tan hábil para el ejercicio físico. Pero eso no era todo. Fui creciendo y comprendiendo que algo faltaba en mi vida. Siempre seguí admirando a Bruce por lo que me enseñaba y por toda la acción que brindaban sus películas, pero sentía que debía ha­cer algo más. A medida que crecía mi destreza también aumentaba, aunque lamentablemente, tenía fallas técnicas. Como yo imitaba a Bruce, no me importaba alcanzar perfección, no comprendía que real­mente debía aprender. Lógicamente, era más fácil imitar que estudiar, aunque no hubiera ningún progreso.
Cierto día me encontraba con un Nunchaku (segmento de ma­dera unidos por diez eslabones de cadena) practicando muy veloz­mente en la vereda, cuando con un gesto curioso, Ernesto se acercó y me pidió que se los prestara, como dudé, él me dijo que yo no sabía manejarlo. Por supuesto me enojé y le contesté que él no sabía de artes marciales, entonces me contestó:
— ¿Yo? Es cierto, se muy poco, pero puedo ver que vos sabes mucho menos, la técnica se estudia, aunque se tengan aptitudes.
— ¿Ah, sí?, ¡Mira vos! —Le contesté— éso es nuevo para mí ¿Así que para manejar un arma tengo que ir 10 años a un gimnasio y tragar­me un montón de cosas que no sé para que sirven?
—No te enojes, pero si querés ver que tengo razón te reto a un duelo, vos podes pelear con tu nunchaku y yo con una escoba. Allí vere­mos que sucede.
—Está bien —contesté muy seguro de mi triunfo— el sábado a la tar­de nos encontraremos en la plaza.
—Bueno, hasta el sábado
Reconozco que me porté como un nene tonto que no sabe lo que hace, pero yo estaba seguro de mi habilidad y me tenía fe, pero comencé a preocuparme seriamente de la técnica. De todas formas pelearía y sabía que ganaría.
Practiqué muchísimo, hasta contra un muñeco de trapo que mi papá había hecho. Era la silueta de un hombre grande como él y gor­do, relleno con arena y trapos. Allí también practiqué patadas, golpes de puño y formas que salían en la revista de Bruce. Estaba muy ner­vioso, pero no asustado. En el barrio nadie quería pelear conmigo, los chicos trataban de no reñir cuando algo andaba mal, sus padres se preguntaban por que yo les impedía ganar, pero nunca les hice abso­lutamente nada, ellos se asustaban ante mi habilidad, tenía fama de invencible.
Llegó el día en que debíamos pelear, Ernesto y yo. El, era un muchacho que casi nunca jugaba con nosotros, estaba generalmente solo, apartado y siempre pensaba cosas extrañas sobre la vida. En su exterior era un chico común, pero se lo notaba distinto a los demás. Cuando llegó a la plaza se lo veía tranquilo, yo pensaba que la escoba era un arma secreta, una espada oculta, o algo parecido, pues no po­día ser que quisiera competir con una escoba al nunchaku. Debería estar muy seguro de sí mismo o directamente saber artes marciales.
Yo, por supuesto, creía saber mucho, conocía que los combates deben durar 3 minutos y que el que cae 3 veces pierde ante los ojos de los demás, pensar que esto me ocurriera a mí me aterraba. Aunque no lo necesitaba, me quitarían el respeto que me tenían ahora. De mi parte había divulgado muy poco lo del combate para no tener proble­mas. El sabía muy bien que yo no le temía y por eso apuró los trá­mites, pero yo pensé que él quería que yo viera sus ganas de vencer­me.
Nos colocamos en posición y él dijo:
—Trata, en lo posible, de mantener una guardia fija y de allí en más ataca y retrocede con tus pies, dejando tu cuerpo flexible al arma —
Yo me enfurecí ante estas palabras, porque me pareció que me tra­taba como a un novato y contesté:
—Y vos agarra bien esa escoba y no dejes ninguna hoja en el suelo, así después de juntarlas, las quemamos.
El sonrió con el chiste y cuando lo pensé yo también lo hice. Sonó la señal, que resonó en mis oídos y me crispó los nervios, porque de pronto me di cuenta que no sabía que hacer. Atacar no valía la pena y defenderme esperando ver que hacía él, no me convenía, así que después de un instante de duda, decidí atacar.
Dando media vuelta coloqué el nunchaku debajo de mi axila y le tiré el palazo, él lo atajó y de refilón me dio un escobazo en la ca­beza. Todos los chicos rieron por la acción. Furioso di media vuelta y le tiré una patada en el estómago que lo hizo caer al piso, retrocedí dos pasos dando lugar a que se levante.
Mi traje brillaba con el sol, me sentía héroe, no me di cuenta cuando me "barrió", literalmente y caí al suelo con el trasero de lleno, pensé que me moriría de dolor, pero la ira invadió mi mente y con el grito mortal de Bruce Lee me levanté de un salto y me lancé sobre mi adversario. Pateé la escoba y se la saqué con un golpe de revés y con un golpe de puño la alejé medio metro. Azotando el nunchaku, lo golpeé en el hombro, hacién­dole perder la fuerza del brazo derecho, entonces cayó, pero se levantó inme­diatamente mostrando una gran fuerza de voluntad. Yo me creía ven­cedor y me dejé estar, fue allí donde él, con un giro de pierna, me azotó la cara y con una "Brinco de mono" tomó la escoba y comen­zó a avanzar de una manera avasalladora. Por más que quise defender­me no pude, fue horrible, cada movimiento mío, era un golpe que él me acertaba, justo y preciso. No tardó en quitarme toda la fuerza del cuerpo dejándome totalmente indefenso y sin control sobre sí mismo.
Caí de cuclillas al suelo arenoso y agaché la cabeza. Recuerdo que luego lo miré y le pregunté en voz baja: — ¿Cómo pudiste vencerme?
—Como lo hubiera hecho Bruce Lee- Me contestó.
— ¡No comprendo! —exclamé— él no pelearía con alguien que no sa­be.
— ¡Ahhh!, perfecto ... Ayer te ofendiste porque dije que no sabías y ahora vos me decís que no sabes ¿En que quedamos?
—Creo que cometí un error. ¿Vos practicas artes marciales? ¿Ver­dad?
—Sí igual que vos, lo que sucede es que yo tengo la técnica y vos te­nès la idea de los movimientos —me explicó— imagínate, vos con téc­nica, ¿no te parece buena idea comenzar por el principio y hacer las artes marciales como corresponde?
—Es cierto, tenés razón, por más que yo tenga todos los conocimien­tos, si no soy guiado por alguien que sepa no puedo tener la seguri­dad de saber, ni estar preparado para vencer ¿no es así?
—Correcto, estás empezando a tener técnica. Te invito al gimnasio al que yo voy y allí practicaremos lo que yo aprendo desde hace cinco años.
-¡¿Cinco años?! Bueno, está bien, enséñame las reglas para ser un joven como "Bruce El Loco".
"Nunca especules con lo que no sabes, pués siempre hay personas que saben lo que tu ignoras"

Recomendación

Bueno, a este enlace recurrimos los escritores para saber a cerca de las noticias mundiales sobre cosas de literatos, entren, sepan de que se trata, compartan sus propias creaciones y dense a conocer al mundo.
Un abrazo
Sergio Chez
http://www.escritores.org/blogs/index.htm

sábado, 8 de septiembre de 2007

Cuatro Poesías


ENCUENTRAME *


Encuéntrame...
¿Has oído caer en la distancia fría e insondable,
las migajas de amor que ya he olvidado?
Sin esperar a que amanezca en mis ojos el llanto de mi noche anterior, puedo guiarte...
Siento el deseo de abrir los ojos y preguntarle a un cielo sin fronteras,
en donde me encuentro, para asirme de las alas del viento
y que me lleven no muy lejos... no muy cerca.
Encuéntrame...
No es tan fácil jugar con las palabras que alguna vez sirvieron de armas
y que ayudaron a desangrar un sentimiento.
Moriría si encontrara muerte...
Y en algún lugar está todo tranquilo,
mientras el murmullo de algún lago,
bañando una costa abandonada por la arena,
me enseña como la existencia del amor puede caer al vacío
y no detenerse nunca...
Encuéntrame...
Hállame en algún lugar cercano al mundo...



MIEDO *


Lo que asusta de la noche, es el frío...
Recuerdo talvez algún vacío que lo haya hecho,
algún adiós en silencio... Algún silencio...
El frío de las noches provoca tanto silencio,
que ni el bullicio lo apaga o lo esconde.
La luz que descubre a la noche, la llena de espacios
y uno cree, con la mirada, llenarlos.
Así se siente lo importante que es no sentir miedo...
Ciego en la noche he buscado, estirando mis brazos sin lograr tocar...
absolutamente nada que me diera... sol.
Lo que me asusta de la noche, es mirar...
Figuras quietas de sombras totales que murmuran ideas, sueños y recuerdos...
Algún nombre.
Y está allí, resonando en mis oídos, susurrando un silencio,
extasiado por apenas un rumor que nunca se va a dejar de escuchar,
pero que se hará presente cuando intente balbucearlo
y se hará añicos frente a mis ojos que no pueden mirar.
Lo que asusta de la noche... es el día...
Que hace que la espere...


¿LO CREES? *


¿Crees que no me he dado cuenta?
¿Crees que no sé que estás ahí?
Una vez dijiste, no hay nada que temer
y caí despacio y silenciosamente sobre mi almohada fresca.
Cuando me dejaste dormir y me has hecho soñar,
cuando me dejaste reír y cuando me hiciste llorar.
Mil veces pensé que era cierto,
que podrías dejarme para sentir tu propio amor,
si solo eras capaz de hacerme a un lado,
para poder amar a quien quisieras, sin un reproche de por medio,
en realidad lo pensé...
Cuando caminamos bajo la lluvia y temblabas,
casi sin moverte...
Cuando me llamabas para que solo pensara en ti...
Cuando me hiciste sentir miedo y aún tristeza por ti...
Cuando creí que todo lo perdía y me llamaste,
cuando creí que todo el mundo era mío y solo callaste...
Cuando asustado por las noches, hiciste que sintiera tu presencia
y que reíste de júbilo cuando te tuve en mis manos.
Muchas veces sangraste de dolor por mi culpa,
por una equivocación que no vislumbré
y demoraste el perdón
y de nuevo volviste a callar para respetarme.
Por todo esto siento que aún estás en mi, que sigues dentro mío...
¿Crees que no me he dado cuenta?
¿Crees que no sé que estás ahí?
...Cuando vuelves a latir ante el amor,
corazón,
se que aún estás ahí...


SOLO LA LUZ


Deja que la luz se refleje en tus ojos
mientras llegue desde el espejo del empedrado húmedo de madrugada
y solo quédate allí,
sumida en la nostalgia que empaña aún más, tus ojos mansos.
Permite que la bruma se disipe en silencio
y camina frente a ella hasta que se apague,
solo así sabrás cual es el camino que por seguirme desde lejos,
hace mucho tiempo ya has perdido.
Solo sede ante la mágica locura de solo querer ser un solo,
solo cuando solamente solo puedes quedarte
y realmente estés solo.
Libera la inaudita arrogancia que no se explica la forma
en que se encarceló en tu alma
y que busca perderse en tu corazón callado de esperar.
Murmúrale a la vida, cual es el juego
y regálale el sueño perdido a tu templanza,
para ya no robarle al tiempo distancia,
ni cederle distancia al pasado.
Claudica si no tienes más remedio,
pero no olvides que en tus ojos aún sigue viva la imagen
que quiso que al menos, la luz vuelva a cobrar vida,
para poder... Quedarse.